A tan solo unas horas del inicio del Cónclave, la emblemática Capilla Sixtina se encuentra completamente acondicionada para recibir a los cardenales electores que, a partir de mañana 7 de mayo, se reunirán para elegir al 267.º Sucesor de San Pedro.
Imágenes difundidas por los medios vaticanos muestran el espacio sacro preparado con esmero para este solemne y trascendental momento para la Iglesia católica.
Más allá de su valor artístico incalculable, con obras maestras de Miguel Ángel y otros grandes del Renacimiento, la Capilla Sixtina se convierte en el epicentro de la reflexión y la oración para los cardenales. Cada fresco invita a una profunda meditación en este crucial proceso de elección.
Un equipo de más de 60 personas ha trabajado intensamente en los preparativos, desde la instalación de la tradicional estufa para las fumatas hasta la adecuación de las más de 200 habitaciones para los cardenales en la Domus Sanctae Marthae. La complejidad logística de este año ha sido notable debido a la alta participación de cardenales electores.
Una vez que los cardenales ingresen en procesión tras la Misa «Pro eligendo Pontifice» en la Basílica de San Pedro y se pronuncie el «Extra omnes», dará inicio formalmente el Cónclave.
Las votaciones se desarrollarán bajo estrictas normas de secreto, requiriéndose una mayoría de dos tercios para la elección. El mundo estará atento a la chimenea de la Sixtina, esperando la fumata blanca que anuncie al nuevo Pontífice.
Tras la aceptación y la elección del nombre pontificio, el nuevo Papa se retirará a la «Sala de las Lágrimas» para vestir por primera vez la sotana blanca, antes de asomarse al balcón de San Pedro para impartir su primera bendición «Urbi et Orbi».
En este ambiente de sobriedad, belleza y profunda devoción, todo está dispuesto para que el Espíritu Santo guíe la elección del nuevo líder de la Iglesia Católica.